Otra de las ideas que me ronda la cabeza desde hace tiempo es hablar de la música con la que me identifico al bailar. Ya hablé hace tiempo de Cocorosie. Son muchos los grupos y estilos que me gustaría recuperar para bailar. Normalmente, elegimos nuestras canciones favoritas cuando bailamos en la intimidad, en casa, cuando improvisamos sin que nadie nos vea. Por lo que veo en mí, me decanto por un tipo de música de quejidos, una música con ritmos densos, con pausas, silencios y llantos, una música que protesta, sufre y siente, que llora y ríe a la vez. Una música triste y esperanzada, una música precipitada, una música urbana que habla de la libertad, de la represión... Tal vez uno sea lo que escucha y, por supuesto, lo que baila.
Descubrí a A Silver Mt. Zion, banda del llamado post-rock, gracias a las clases de Ángela. No hacía falta que nos explicara que conectáramos con la tierra, que sintiéramos nuestro peso en ella, que profundizáramos en nosotros y alargásemos el cuerpo en movimientos densos. No hacía falta, porque las coreografías que proponía junto con canciones como las de este grupo canadiense, también llamado Thee Silver Mt. Zion Memorial Orchestra & Tra-La-La Band, te lo daban todo para que te dejaras llevar, densa y dramáticamente por los caminos del sentimiento, la tragedia, acelerándote y creciendo como lo hace su música. Grandes redondos, pliés infinitos, giros con golpes de cabeza, caídas dramáticas, pausas sugerentes, más giros y sobre todo aquellos sonidos de tantos instrumentos nos daban el pie para conseguir, o al menos buscar, la continuidad, esa continuidad tan difícil y bella de la danza contemporánea.
Mi canción preferida es For Wanda, pero no he encontrado fragmentos dignos del disco más que los del enlace (algo distinta a la original) y el de you tube, cuya ridícula foto realmente le quita protagonismo a la canción. Hay que hacer un esfuerzo sólo por escuchar.
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