sábado, 31 de marzo de 2012

Veronese llega a Almería


La Voz de Almería, sábado 31 de marzo de 2012

Del maravilloso mundo de los animales: los corderos fue la obra escogida para cerrar el primer trimestre del ciclo Delicatessen. Y al llegar al Teatro Apolo descubrimos que esta imprescindible cita sigue su andadura otro trimestre más. Tres nuevos espectáculos consolidarán una programación exquisita para Almería. Acompañarán a las anteriores, geniales, de las que destaco mi fidelidad sobre todo a las dos primeras.

El jueves nos esperaba Daniel Veronese, nada más y nada menos, uno de los dramaturgos y escritores contemporáneos más internacionales del momento. La compañía Histrión Teatro decidió, tras expertos años en el teatro clásico, apostar por las corrientes actuales. Y viajaron hasta Argentina para conocer y dejarse guiar por este gran autor.

No siempre conseguimos escuchar todas y cada una de las frases que se declaman en teatro, a veces se nos van los pensamientos a otros mundos, los nuestros, pocas veces sentimos que formamos parte de la historia. Esta fue una de esas pocas ocasiones en las que el texto magistral y las interpretaciones nos permitieron mirar por una mirilla, de cerca, cada detalle de su mundo.

Nos sentimos cómplices de este drama social de dominados y dominadores en barrios conflictivos, familias desestructuradas y violencias contenidas y marcadas. Las venganzas, los rencores o la tensión llegan muy naturales, muy realistas, muy descarnadas. Estamos cerca de esa trama porque el fabuloso texto se dosifica como aflorarían nuestras miserias en la intimidad, desvelando poco a poco lo que no se sabe, se intuye o se da por hecho.

Vivimos su evolución hacia un clímax que se acerca vertiginosamente, con un ritmo propio de los grandes, lo esperamos, queremos saber y queremos ver cómo se desata toda la trama de engaño, secuestro, venganza, abusos sexuales, violencias... Nos acercamos y distanciamos de unos personajes potentes llenos de contradicciones, los queremos y los odiamos, seguimos sus pasos para ver qué nos deparan Histrión y Veronese.

Y llega el final en forma de trampa argumental, resuelto en una frase que hace dudar y deja mudo a un teatro que quizás buscaba otra cosa o, desconcertado, no entendió un final abierto. Tal vez no hay respuesta, como no la hay a esa pregunta formulada antes: “¿Por qué la gente se comporta como animales?”. Las respuestas están en nosotros y en otra frase repetida allí arriba: quizás simplemente... “las cosas pasan”.

Que sigan pasando cosas en el Apolo, eso es lo que importa.