Este blog ha llegado tarde para tantas actuaciones como he visto durante años. Sin embargo, todavía me acuerdo de las que me llamaron la atención o de las que hay algo que decir. Nefés se presentó en el Teatro de la Zarzuela, en el Festival de Otoño, 2006.
Su compañía, Tanztheater Wuppertal , nos trajo una obra desconcertante para mi gusto.
Alguna vez la Bausch dijo: "No me interesa cómo se mueve el ser humano, sino aquello que lo conmueve". Y efectivamente sus obras conmueven y remueven, también. Nefés tal vez pierde ese carácter agitador porque se alarga demasiado y su estructura coreográfica se repite en solos y dúos que se turnan de manera insistente. Pero conmueve de todas formas. Sus movimientos siguen siendo delicados y muy limpios. Sorprende la gran preparación de unos bailarines que flotan más que bailan y de otro personaje, que también se expresa: el cabello de las mujeres; un elemento recurrente en Pina. Decora toda esta técnica un cúmulo de imágenes, casi fotográficas, de viñetas (muy estéticas), sensaciones, momentos cotidianos, etc. de la vida en Estambul, de las relaciones de poder en las parejas turcas. Pero junto a la crítica al filo más machista está también la alegría, la sensualidad y la inocencia del flirteo o del amor. Llaman la atención los efectos especiales simples, que transforman un pequeño objeto en un todo representado, en un ambiente, como el hammam. Y sobre todo un charco que se va formando en el escenario poco a poco, que va creciendo y que mantiene alerta al espectador, aunque después no se aproveche demasiado. Pero es que me faltó ese poder de conmoción. Maestra en los efectos trágicos, conmovedores y densos, me cuesta adaptarme al polo más positivo, porque se maneja tan bien en la oscuridad...
Ya la vimos en Hable con ella de Pedro Almodóvar y no me canso de verla, cuando con 53 años interpretaba de esta manera Cafe Müller. No he vuelto a ver unos brazos como los de Pina.
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