El martes comenzamos la clase con unos ejercicios muy simples de contracción, relajación y espirales de Graham. No es muy común en esta nueva clase a la que acudo. Me alegré de recordar estos ejercicios que tanto trabajé en las clases de Christine Tanguay. Al hilo, he de decir que esta última es de las mejores profesoras que me he encontrado. Conoce tu cuerpo, te corrige en función de tus posibilidades y transmite las nociones de esta técnica con una pedagogía inigualable.
Gracias a aquellas clases pude saborear una técnica que lleva décadas en la danza, base de cualquier variación del contemporáneo. Refuerza y permite localizar el centro, tan buscado por los bailarines. Una fortaleza y solidez que permite soltar cuando es necesario, que permite caer al suelo de manera controlada... Además de la técnica, Martha Graham aportó la necesidad de una expresión interior, profunda, de la cara y de todo el cuerpo, que llegara al público, sobre los recovecos tal vez más oscuros del ser humano.
Todo ello definió un nuevo estilo de baile y fijó un estándar del que muchos coreógrafos y bailarines siguen bebiendo hoy día.
Este escueto vídeo, de baja calidad, todo hay que decirlo, muestra algunas de estas cuestiones.
Volveremos a Martha, volveremos a Christine. Es inevitable.
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