lunes, 5 de marzo de 2007

Hugo Wolf Projekt



La compañía Hans Werner Klohe presentó Hugo Wolf Projekt en La Casa Encendida el 23, 24 y 25 de febrero.
Qué fantástico ver proyectada una danza que se acerca al tipo de danza que me gusta bailar, que me gustaría crear y por supuesto ver.
Para empezar el espacio es muy interesante. Al nivel del espectador, una gran plataforma plateada, con un piano hundido en el centro, aguarda las diversas combinaciones de la obra. La coreografía se distribuye, se reparte, por todo el espacio. Es el primer dato de los puntos de vista, porque, para mí, entre otras cosas, habla de eso; de los diferentes puntos de vista en todos los terrenos.
Un barítono, un piano, dos bailarines y combinaciones entre los cuatro. Comienzan las formaciones, los contacts entre ellos. Crean figuras estáticas, como para foto, por medio de pesos y fuerzas, a veces como si fueran elementos de una cadena de montaje. Posturas, posibilidades de combinación que pueden surgir de la improvisación, como en clase de Michelle.
Después interpreta el barítono y ellos dos bailan en sucesivos contacts y movimientos al límite; al límite las posibilidades del equilibrio, al límite el cuerpo, porque parece estar compuesto por más partes y miembros de los que ya conocemos y al límite los contactos, roces, pesos... A partir de un hombro, una mano o un pie se sucede un movimiento, se generan nuevos movimientos, siempre imprevisibles. En ocasiones esta partida del cuerpo roza la fragmentación, la desmembración hasta llegar a uno de los mejores momentos: ella se desmorona, se le destroza y desmiembra el cuerpo, como en ataques epilépticos y él con vigor tiene que sostenerla, para que no se caiga, para que no se rompa... increíble.
Después vemos tics cotidianos, repetición de movimientos, que parecen mostrar esa alienación de la que sólo nos pueden sacar las relaciones, los contactos, los abrazos.
Ella es de una gran fuerza y presencia. Gran fuerza física y escénica que se complementa perfectamente con la elegancia de Hans-Werner Klohe. Ambos fuerzan esas virtudes al máximo; parece que se hacen daño cuando hay que simularlo, parece que se miran y acarician de verdad cuando hay que sugerirlo.
Se nos habla de comunicación, o falta de, de los puntos de vista sobre las relaciones dependiendo de quién sea el protagonista en un momento dado, de la necesidad de éstas, de la necesidad de tener alguien al lado, de dejarse llevar, dejarse ayudar, escuchar y ser escuchado...
Pero sobre todo se apura el cuerpo, el espacio, incluso las formas, la música, la composición. No hay límite. Es una danza absolutamente estudiada y trabajada, pero que muestra lo ilimitado de la técnica y el cuerpo. Ambos, al servicio de lo que les pedimos, que ha de ser mucho. Pedirnos menos es conformarnos. Experimentar, ver hasta dónde podemos llegar, hasta dónde llegan nuestras capacidades... Todo esto, junto con una buena interpretación, una fuerte presencia escénica y una intención debe de ser un gran placer poder experimentarlo.

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