miércoles, 18 de junio de 2008

No necesito excusas, es Santiago


Es verdad, no necesito excusas. Es mi blog personal, ante todo, pero es que este post no contiene nada sobre danza contemporánea (al menos de momento).

Lo he leído y necesitaba que estuviera aquí. Suelo leer a Santiago, suelo incluso hacerle comentarios, y sobre todo suelo aprender y emocionarme con su blog.

Su escritura, como ya le he dicho a él, es el tipo de escritura que a mí me mueve, como me pasa con las demás artes (las plásticas, las escénicas, etc.), porque es la escritura de lo cotidiano. Y él retrata la cotidanidad como si su mente hiciera fotos continuamente, a medida que va viviendo. Además, suele tener esa sabiduría del artista humilde y sencillo, el peso de los grandes cerebros plagados de conocimiento, el que le dan los libros, las películas y sobre todo la sensibilidad sobre la vida misma. Y todo ello lo retrata en Materiales, allí está todo, bueno, aunque como buen hombre misterioso se guarda cosas, pero allí está su esencia, reconocible para quienes de verdad le conocemos. Cada entrada tiene un poco de su ironía, o de su crítica, o de su cercanía a las cosas y a la gente, o de lo que le mueve en la vida, sus aficiones, sus pasiones, sus desilusiones, sus penas y sus motivaciones más fuertes...

Pero lo que me fascina de su escritura es esa forma de hacerla como si no le costara. Vaya, y aquí lo conecto con el resto de las artes, y cómo no con la danza. La maestría está en imaginarnos al artista tranquilo y reposado, del que fluyen fácilmente, sin esfuerzo aparente, las ideas, los brochazos, las técnicas formales, el movimiento o lo que sea. Fluyen sus armas como la cosa más natural del mundo, como sin inmutarse, y encima con ese aplomo de lo verdadero, lo sincero, lo sabio y grande, y bien dicho, muy bien dicho, como sin pestañear, como si el día entero se pasara escribiendo y lo hiciera tan naturalmente como cuando duerme o come, con esa serenidad y sencillez. Pero es que quien es un verdadero escritor, vive la vida escribiéndola, la mira desde unos ojos que la sobreescriben, como quien es fotógrafo, que la ve desde su objetivo interno, como quien la baila, aunque sea interiormente...


En fin, sin enrollarme más, pego unas de sus últimas palabras, conmovedoras, sabias y sencillas.


"romper el día


alguna vez, de vuelta a casa, me gustaría no regresar. doblar la esquina y perderme. cumplir la vida con lo puesto.

madrugar nos hace dóciles. trasnochar perder la conciencia.

puedes conocer más y sentirte tan inútil.

y por último, quien anhela, pierde."

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