lunes, 28 de mayo de 2007

Fugapiés en Valladolid


Viernes 25 y sábado 26 de mayo. Festival de Teatro de Calle de Valladolid.
Llovía, hacía frío, pero paró de llover y empezamos a sentir calor.
Dos piezas distintas, o así lo sentí yo, sobre una misma base, porque la gente era otra (aunque alguno repitió), el espacio, las miradas, las sensaciones...
Pudimos alargar más los brazos, saltar más alto, estar más alineados, ir siempre a la vez, sonreír más. Pudimos hacer mucho más, porque siempre se puede hacer más. Pero nos sentimos y lo vivimos todo. Estoy segura de que disfrutamos, estoy segura de que queremos más, de que habríamos bailado más veces para ver qué podríamos haber sentido que no hubiéramos sentido antes. La sensación que me queda es que Valladolid me ha puesto la miel en los labios, la de alargar la sensación de sentir la adrenalina agarrada a los pelos, la barriga, los ojos o los brazos y la de compartirla durante más tiempo con nuestros cuerpos y entre nosotros, sin tener que pensar en otra cosa que no sea volver a bailar.

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