"Una base pedagógica en la que se explican ciertos aspectos de la danza, la historia de sus fundamentos, y conceptos como el espacio, el tiempo, el minimalismo y el expresionismo." Así explica la coreógrafa su obra.
Efectivamente, lo interesante de la pieza es la pedagogía. Disecciona las partes que ella considera fundamentales en la configuración de esta danza con el paso del tiempo. Como si estuviéramos viendo ejercicios de clase, se nos explica con movimientos, narración y la ayuda de una pizarra la danza por acumulación, la influencia de Cunningham, la danza libre, la de flujo, etc. etc. Tal vez se queda en la distancia, propia de un discurso educativo, y transmite lo justo en lo que nos reconocemos los que sabemos de la danza contemporánea. Porque gusta vernos reflejados en lo conocido, como cuando leemos un libro y nos reconocemos. Pero hay distancia, no hay un salto de lo puramente educativo a la transmisión de algo más allá. En una clase somos conscientes de la importancia de los ejercicios unas veces más "duros" otras más relajados, por ejemplo, pero también en una clase podemos sentir a pesar lo mecánico del ejercicio. Y eso es lo que me faltó. Eso y algunos nombres que buscaba en la maraña de nombres que los bailarines apuntaban en la pizarra.
Un espectáculo necesario y muy digno, con unos bailarines que se clavan en al suelo, pero que me deja un gusto frío. La frialdad de lo que pudo dar más de sí.
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