miércoles, 23 de abril de 2008

Un sábado alternativo II

Después de la tarde en Clave 53 fuimos a Lavarte Bar. Allí tendría lugar la sesión de contact improvisación del grupo Convivio Danza. Fernanda, Ana y David ampliaron los límites del local. Se dispersaron por la calle y bajo la lluvia comenzaron sus improvisaciones entre la gente, cerca de ella, solos y juntos entraron al local. En el hall se movían ya con ganas, pero el espacio era justo y pasamos a la sala. Una sala con la pared de un cálido violeta, con sillitas pegadas a ella y una música electrónica de fondo. Ellos llevaban su idea trabajada, su motivo e hilo conductor, pero nosotros no lo sabíamos. Como siempre salió Fernanda y comenzó fluida su improvisación. Fernanda sabe fluir y quebrar el cuerpo y mantiene una actitud serena en el rostro, con seguridad y disfrute calmado. Supo dosificar muy bien los tiempos, retuvo movimientos en pausas y silencios con acción. Después David se fue acercando al centro de la sala por el suelo. De negro quedaba hermoso con la pared de fondo. Su estilo propio salió pronto, sus brazos largos, cada vez más limpios, sus pliés y rebotes, pero enseguida se dejó llevar por aquella otra energía que Fernanda había iniciado y que al final tomaron los tres sin movérseles un pelo. Ana es dulce, su cara con sonrisa dulce y pícara contrasta con un cuerpo técnico. Sabe incluir en sus movimientos improvisados la técnica que conoce. Y sabe sobre todo crear situaciones de contacto fluido.
Los tres mostraron una gran comunicación. Las energías no se escaparon porque mantuvieron el ritmo que iban creando. Es bonito ver los caracteres y estilos de cada uno al bailar y ver cómo los conjugan sobre la base de una misma sensación, de una misma energía. Los contacts resultan naturales, no resulta forzada una cogida o un apoyo al que llegan sin esperárselo, porque se adaptan a lo que el devenir les ofrece. Se tocan con confianza y se miran y nos miran; tocan los muebles y los pies de los presentes, tocan y palpan la pared y el suelo. Cuando se aceleran los tres y crean un ritmo intrépido también saben dosificar incluso esa energía y Fernanda creaba paisaje, entonces, al fondo y nos dejaba con su fondo bello y tranquilo mientras el foco principal era un dúo hermoso de David y Ana. Así se turnan con naturalidad y sin desasosiego. Van aprendiendo a no ambicionar la escena, van aprendiendo a apreciar el peso de las cosas pequeñas, de los movimientos sutiles, de las pausas y los pequeños gestos bailados. Y al mismo tiempo saben desatarse con el no cuidado cuidado de la improvisación.
Se les ve disfrutar, se les ve investigar pero dejándose llevar ante todo. Se les ve compenetrarse y generar diálogos en los que con sus movimientos repiten situaciones que en la otra esquina hizo el otro y reinterpretarlos como cuando mantenemos un diálogo, una discusión, un debate.
Pudo parecer duro, pudo parecer que de fondo había una historia dura e incluso violenta, pero también aprenden a cambiar de registros y a darle hasta humor o desenfado.
Eso me gusta, me gustan los cambios porque sorprenden al espectador que se deja llevar por lo que no esperaba. No se le quita la carga profunda a una muestra aunque le metamos unos movimientos graciosos, tal vez al contrario se enfatiza más en el fondo de la idea porque por contraste lo apreciamos más.
Desde la impro en el espacio Menos1 hasta ahora ya ha habido un cambio.



Están aprendiendo a seducir, están aprendiendo a innovar, están aprendiendo a dejarse llevar cada vez más. A partir de ahí, con la química que ya tienen, sólo tienen que seguir así y los conocimientos que ya poseen saldrán cada vez con mayor naturalidad. Están llegando a la esencia de la improvisación: mostrar su peso en la escena, su Presencia.

No hay comentarios: