sábado, 29 de marzo de 2008

Los bailarines de la CND


Ayer fui a ver a la Compañía Nacional de Danza. Tres piezas: Hevel (Nacho Duato), Quintett (William Forsythe) y White Darkness (Nacho Duato).

Sobre las piezas haré los comentarios pertinentes más adelante. Pero por el momento quiero mencionar a los bailarines de esta compañía y en especial a aquellos que actuaron ayer y que me llamaron poderosamente la atención.
Está claro que la creación de las obras de danza sin la piel, los músculos y el alma de los bailarines no sería igual. Ellos recogen lo que las mentes de los coreógrafos ven en imágenes y han de ejecutarlo con la pasión y la técnica que poseen. Pero siempre los hay que destacan. No sabemos por qué, pero incluso quien no entiende de danza siente el imán de alguno de los bailarines, no puede apartar la mirada de alguno en concreto.
Y ése fue el caso, ayer, de Yolanda Martín. Yolanda Martín es toda fibra. Sin un cuerpo de sílfide, sino músculo al completo, se mueve con autoridad, seguridad, pero sobre todo mucha pasión. En Quintett, con su vestido rosa, desde que se sitúa en escena con poses clásicas, no podemos dejar de mirarla. Ella también quiere atrapar la mirada, y levanta la vista, su expresión adecuada a la pieza, y sonríe. Es un todo, su cuerpo y su expresión. Un dominio del cuerpo que apunta a la perfección porque ejecuta limpia y delicadamente, con fuerza y energía. Es decir, con una pasión aplastante que llena el escenario. Volvemos a disfrutar de ella en White Darkness, de su suavidad, de su liviano peso y potencia escénica. Flota, vuela, salta, se impone, interpreta... todo.


El trabajo de los bailarines de la CND no es moco de pavo. A las órdenes de un genio como Nacho Duato, tienen que lidiar horas con sus cuerpos para sacar de ellos los imposibles movimientos que les propone el creador. Sus trabajados físicos reflejan las duras horas de ensayo pero que no por ello les quitan la pasión y el dominio de éstos que un casi perfecto bailarín debe tener. Son muy limpios, son perfectamente técnicos, algunos incluso con formas contemporáneas mejor integradas e interiorizadas, pero virtuosos todos. Yolanda Martín es de las que sabe integrar la técnica, perfecta, con las formas contemporáneas. Bellos redondos, contracciones y brazos se unen al componente clásico en enérgicos movimientos arrolladores y con aplomo. Cuando han de ser duros y secos, lo son, cuando ha de parecer que todo lo hacen sin esfuerzo, lo consiguen. No corrigen, no dudan... están seguros del dominio de su cuerpo y de la coreografía, pero sólo algunos destacan y sobrepasan el peso del trabajo hasta el punto de que no podamos dejar de mirarlos. Y Yolanda es una de ellos.

Mi más absoluto reconocimiento a esta gran bailarina y a todo el elenco de la Compañía Nacional de Danza, el cuerpo que pone a nuestro servicio y disfrute las ideas de las mentes creadoras. Sin ellos no podríamos disfrutar del arte coreográfico, sin ellos no se nos pondría la piel de gallina.

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